Aunque el ramen es hoy en día uno de los platos más icónicos y representativos de la gastronomía japonesa, sus orígenes cuentan una historia de intercambio cultural y evolución culinaria. Este popular plato de fideos tiene, en realidad, raíces chinas y fue adaptado en Japón a principios del siglo XX, convirtiéndose con el tiempo en un símbolo de la cocina japonesa moderna. El ramen, tal como lo conocemos hoy, comenzó su viaje en Japón gracias a la influencia de inmigrantes chinos. A finales del siglo XIX y principios del XX, era común encontrar en los puertos y barrios chinos de Japón pequeños puestos de comida que ofrecían «shina soba», que significa «fideos chinos». Estos fideos, acompañados de un caldo sencillo y algunos ingredientes como cerdo o cebolla, llamaron la atención de los japoneses y rápidamente comenzaron a ser adoptados en el país.
La verdadera transformación del ramen ocurrió después de la Segunda Guerra Mundial. Durante la posguerra, Japón experimentó un cambio significativo en su dieta, influenciada por la llegada de productos extranjeros, como la harina de trigo, y por una necesidad general de alimentos económicos y sustanciosos. En este contexto, el ramen se posicionó como una comida ideal: económica, personalizable y fácil de preparar. Las bases chinas se mantuvieron, pero los japoneses comenzaron a desarrollar variantes regionales únicas, utilizando ingredientes locales y caldos más complejos, como el tonkotsu (caldo de huesos de cerdo) o el miso.